Cada
noche, Franklin Navarro se dirige al parque Venezuela para transformarse en una
máquina de hacer ejercicio, y como él
muchos jóvenes en distintos parques de Barranquilla se enfrentan a las populares “barras”, una actividad que para muchos puede ser
difícil mientras para otros se convierte en una necesidad diaria. “cuando empecé en esto no podía subirme más
de tres veces pero con el tiempo he podido tener mayor resistencia, y hago cinco tandas con quince repeticiones cada
una” dice franklin con un brillo en sus ojos al referirse de su inicio, que al parecer es la
etapa más difícil para los come hierro.
Parques como el Sagrado corazón, Olaya, de los Andes entre otros son testigos de cada uno de los cambios que tiene los chicos en sus cuerpos. “yo me sentía inconforme con mi cuerpo y empecé a ir al gimnasio pero ese lugar es mal agradecido porque una vez que dejes de ir se te caen los músculos” dice Yesid García, otro joven que hace barras a diario en el parque Olaya y agregó que otra de las razones que prefiere las barras que al gym es por cuestiones de tiempo y de dinero.
Franklin
es estudiante de ingeniería y vive pensionado en los alrededores del parque Venezuela y al igual que Yesid ha pisado diferentes
gimnasios pero dice que no hay nada como las barras al aire libre; pero es por
eso que muchas veces se presenta problemas de orden público: algunos chicos se
quitan la camisa y hacen exhibición de sus cuerpos sin importar los niños y
niñas que juegan en el lugar, por otro lado también utilizan los columpios para
hacer sus ejercicios dañando en cierto
modo sus estructura, y lo más grabe de todo que algunos piñuitos fuman droga en
esos escenarios recreativos.
Así
como se infla un globo con cada soplido así también se inflan los hombros,
pechos, bíceps y tríceps con cada subida que realizan de cuerpo, sin embargo algunos de estos deportistas
consumen sustancias como proteínas, creatina y hasta los perjudiciales
esteroides para alcanzar mejores resultados,
en el menor tiempo posible. Y es
que la sociedad moderna está pidiendo un estereotipo de hombre con gran masa muscular y alta definición, lo que
ocasiona el desespero de jóvenes como Yesid que al verse al espejo se sienten delgados, un síntoma contrario
al que sufren las personas con anorexia. Por esta razón “la expresión todo entra por los ojos” se justifica en las
diferentes acciones que hacen las personas para lucir mejor, como una visita al salón de belleza, dejar de
comer, afeitarse, maquillarse y hasta comprar ropa de la mejor marca incrementa
la autoestima de muchos.
“yo hago barras con los
brazos juntos, abiertos además hago flexiones y paralelas”
dice franklin explicando su rutina. De esta manera sólo con una barra y
disposición se pueden realizar múltiples ejercicios como el “Cristo” que
consiste en llevarse la barra hasta la nunca con los brazos separados; las
“paralelas” dos tubos con cierta distancia; y abdominales con los brazos
conectados a la barra mientras suben y bajan las piernas. Por esto nadie tiene excusa para decir que no tiene
dinero, ni tiempo para tonificarse.
Los
horarios que se encuentran personas como estos jóvenes son en la mañana antes
de las nueve, al caer el sol y hasta que
quede el parque vacio por la penumbra. Los “piñuos” se convierten en una tribu
urbana que tienen su cueva hecha de hierro
en las zonas verdes de la ciudad, cada jornada se pueden ver más de diez
jóvenes “tirando”. Esta cultura tiene sus inicios en la década de los 60 cuando
el fisicoculturismo se hizo popular y que con el incremento de la población y
las exigencias del mundo moderno se duplicó.
Comienza el sereno de sudor que cae sobre la arena
y se notan las caras de fatiga en cada
uno de los nativos del parque indicando que está finalizado su ritual. “yo termino de hacer barras y voy derechito
a la cocina, esto lo deja a uno con hambre para después hacer un las tareas de
la u” dice Yesid que al igual que franklin pertenecen a diferentes tribus de la ciudad que salen de la cueva de hierro en busca de
comida y de poder descansar para al día
siguiente poder repetir sus ritos en honor
a Apolo dios griego de la
belleza masculina.
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